viernes, 15 de abril de 2011

"Escuché otra vez la serena risa de la profetisa, y ví cómo Shigueru me sonreía. (...) Me invadió la sensación de que algo muy profundo me había sido revelado, algo que yop no era capaz de expresar con palabras. El asombro casi me cortó la respiración. (...) Entonces, ví la realidad que se escondía tras las doctrinas y las creencias, descubrí cómo la ambición de los humanos mancilla la verdad de la vida, entendí con lástima cómo todos estamos coaccionados por el deseo y la muerte: el guerrero, el paria, el sacerdote, el campesino, o el mismísimo emperador. ¿Qué nombre podría otorgársele a tal verdad? ¿Cielo? ¿Dios? ¿Destino? ¿O acaso adquiría un millar de nombres , los nombres de los innumerables espíritus ancestrales que, según creen algunos? Todos ellos eran rostros de aquello que carecía de rostro, expresiones de lo que no puede expresarse, partículas de la verdad, nunca la verdad completa."
                            
                              Leyendas de los Otori: el Brillo de la Luna.
 

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